Gracias al 50º aniversario de la creación de la mítica saga cinematográfica de James Bond, la ciudad de Madrid acoge una exposición única e histórica sobre 007: www.disenar007.es. La exposición, que se puede visitar en el Centro Cultural Fernando Fernán Gómez hasta el 30 de agosto, presenta más de 500 piezas únicas (la mitad no mostradas anteriormente) sobre las diversas películas del célebre espía británico, siempre al servicio de su Majestad.
Tuve la suerte de poder visitarla hace unos días y, sin lugar a dudas, merece que el público de Madrid dedique una de las calurosas tardes de la capital a recorrer sus salas. Por supuesto, la exposición está pensada para los fans de James Bond y/o de algunos de los emblemáticos actores que lo han encarnado. Sin embargo, considero que su interés también puede y debe interesar a diversos cinéfilos, porque las películas de James Bond son ya parte de la historia del cine internacional.
El montaje de una exposición no es algo sencillo. Lo podemos asegurar las personas que en algún momento hemos tenido la suerte de poder colaborar en la organización de una exposición de gran envergadura. Son muchos los factores a contemplar: el económico, el temporal, el espacial, el burocrático y, por supuesto, el intelectual. Este último es el cerebro y el corazón de toda exposición. Antes de tener disponibles las piezas, la organización debe de encajar el puzle, aportar un sentido que permita que esas piezas individuales terminen formando un conjunto y transmitan un mensaje homogéneo al espectador, que no puede regresar a casa sin ese necesario sentido unitario. Si esto no pasa, simplemente estamos ante una exposición fallida.
Por suerte, éste no es el caso de Designing 007 y, éste precisamente es uno de sus inmensos méritos. Los diseñadores de esta exposición han sabido ambientarla desde que el visitante entra en la sala y crea el ambiente de misterio y elegancia que rodea al personaje. La sala nos recibe con las proyecciones de los créditos de algunas de las películas más conocidas por el público, para adentrarnos en la primera de las ocho salas que formas el conjunto completo. Desde ese momento, podemos ver una exposición presentada con lógica y unidad, constituyendo cada sala un espacio independiente, un ambiente propio, donde cada pieza ocupa el lugar que tiene que ocupar. Nada sobra, ni chirria en una exposición conceptualmente compleja.
Otro grandísimo acierto de la exposición es su gran versatilidad. En su espíritu se transmite el interés por realizar una exposición para todos los gustos e intereses, puesto que en la visita se representan con equilibrio los distintos puntos importantes de la creación de la saga fílmica: el vestuario, la importancia de la tecnología, los bocetos de los decorados, entrevistas sobre su creación, documentos, etc. Por lo tanto, el visitante sale satisfecho porque ha encontrado una representación de sus intereses dentro de un conjunto amplio.
Aunque el siguiente aspecto no se encuentra dentro de la exposición en sí misma, si es importante porque hace la visita todavía más agradable si cabe. El personal responsable de la exposición en el Fernando Fernán Gómez tiene un trato muy amable con el visitante, al que pone todo tipo de facilidades. Como ejemplo claro puedo hablar de lo que nos sucedió a nosotros (a mi marido y a mí) cuando visitamos la exposición. Tardamos bastante en recorrerla, porque nos tomamos nuestro tiempo en alguna de las salas, y no nos dio tiempo a ver la última sala antes de la hora de cierre. Nos ofrecieron con total amabilidad y por iniciativa propia sellarnos las entradas para que pudiéramos volver otro día sin necesidad de volver a pagar por la entrada.
El lector estará extrañado porque a estas alturas no haya mencionado nada negativo. Evidentemente lo tiene. En cuanto al montaje, desde mi humilde punto de vista, la iluminación resultaba algo problemático. Los objetos de algunas de las vitrinas no se podían ver bien porque los tenues focos se tapan por el visitante. La luz es de baja intensidad, como es lógico, para ambientar la temática de las salas pero, en muchas ocasiones, la escasa que hay no se puede aprovechar. El segundo aspecto negativo y de bastante envergadura es el precio. La entrada común está en 15 euros lo que me parece un precio muy alto para los días que corren y, demuestra una vez más lo difícil que se pone a tantas personas el acceso a la cultura, que debería de ser mucho más universal y estar más respaldado por nuestras autoridades.
A pesar de estas dos apreciaciones negativas, recomiendo encarecidamente visitar esta exposición, única por su temática, apta para todos los públicos e interesantísima especialmente para aquellos que hemos disfrutado tanto con las aventuras del mítico personaje.
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